¿Muestro u oculto?
Después de tomar la decisión de tatuarse, llega otra elección complicada: elegir en lugar del cuerpo en que lo van a realizar, ya que se puede concebir este símbolo estético como algo íntimo o algo para ser mostrado. «Quienes se decantan por realizarlo en lugares visibles, como los brazos o las piernas, suelen querer lucirlos a modo de 'joya' o como algo que les identifica, que forma parte de la autoimagen y del mensaje que quiere que reciban los demás», dice Sheila Estévez Vallejo. La elección también puede depender de factores como la profesión de la persona, el dolor que crea que va sentir en una zona u otra, o simplemente el motivo estético de cómo quedará el tatuaje en cada lugar. «Si nos referimos a partes muy expuestas y poco habitualmente tatuadas, como las manos, el cuello y la cara, quizá sí que podamos decir que la persona que lo hace en estas zonas está más motivada a mandar un mensaje a los demás, más que solo a sí misma», apunta la profesional.
Por último, los tatuajes, en cierto modo, pueden ser considerados por algunas personas como un recurso terapéutico. «Es una de las funciones que más se han estudiado. Hay ejemplos muy obvios, como los tatuajes que se realizan para disimular cicatrices, o para realzar el cuerpo estéticamente tras una mastectomía», asegura Lara Pacheco. De igual forma, la profesional explica que se ha comprobado que un tatuaje puede ser una reafirmación tras superar un periodo difícil. Como ya se ha comentado, respecto a las motivaciones para hacerse un tatuaje, en ciertas ocasiones se puede asumir como símbolo de haber superado algo, de haber pasado por un cambio significativo en la vida o como reafirmación de valores personales.
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